"Los hijos son como viajes al interior de una misma en los cuales el cuerpo, la mente y el alma cambian de dirección, se vuelven hacia el centro mismo de la existencia"
Isabel Allende



22.4.10

Días Intensos...

¡¡Hola todos!!

Quiero agradecer a todas las personas que me han escrito, poco a poco voy respondiendo, y tal como les había contado en la medida que el tiempo me lo permita por acá estaré... Para mí es realmente significativo saber que son muchas las personas que nos acompañan, y nos llenan de buenos deseos; de corazón Muchas Gracias...
Aprovecho para contarles que aunque hemos tenido días muy intensos, unos de risas llenos de mucha alegría y otros no tanto, algunos difíciles en donde debemos tomar decisiones radicales y ser consecuentes con lo que pensamos, han sido días de verdad de mucho aprendizaje, de valorar esos pequeños esfuerzos, que siempre valen la pena, en los cuales hemos podido reconocer ese poder que como padres tenemos, pero que muchas veces no escuchamos.... Nuestro poder es el Instinto y Amor sincero, en creer en nuestros hijos incondicionalmente...

Casualmente en un día de esos en los que las emociones y los sentimientos se transforman en una ruleta rusa, encontré un regalito muy especial que nos hizo nuestra amiga Lau, una reflexión hermosa, con la cuál me sentí muy idéntificada, me encantó!!! Como yo soy de la teoría de que todo lo bueno debe ser compartido, nuestra amiga Ale G, quien escribe en su blog La Huella de las Mujeres, muy amablemente me ha permitido traerla, espero les guste:


Dice:

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego”

La imagen la encontré Acá

Alguien me dijo que no es casual…que desde siempre las elegimos.

Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan.

Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal.

Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna.

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen.

Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras.

Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un exámen, o para cerrar una noche de cine. Las de “veníte el sábado” porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse.

Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por las meras ganas.

El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada…y sin embargo…detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos.

Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos. Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena.

Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar.

Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no.

Creímos morirnos muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Bailamos con un hombre, pero la danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar.

Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras. Noches de miles de estrellas y noches desangeladas. Hicimos el amor, y cuando correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas e inevitablemente, herimos.

Entonces…los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar.

Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestro edificio recién se empezaba a erigir.


Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna manera, más salvajes.

Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo sabíamos. Hoy somos todas espejos de las unas, y al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono.

Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego” que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, hay aquelarre, misterio, tormenta, centellas y armonía. Como siempre. Como nunca. Como toda la vida.

Por: Simone Seija Paseyro Uruguaya – 45 años



Saludos Cordiales.

6 comentarios:

Elena dijo...

Hermoso amiga =) gracias por compartirlo =)

Vanyvalu dijo...

Amiga hermosa, celebro leerte aquí, tu huella y tu voz hacen falta porque enriquecen ese tejido maravilloso que entre todas creamos.
Gracias!

GLORIA dijo...

Muy lindo, de veras.
Me alegro de verte por aqui y te mando muchos besos y mimos.......

Martha dijo...

Hola!!

Elenita, gracias me alegra que te guste!!!

Te dejo un saludito muy especial!!!

Besitos!!!

Martha dijo...

Hola!!

Vane, gracias a ti por leernos por estar...por tus palabras, tan linda a mi también me hace mucha falta porque de mil formas ustedes hacen que este espacio sea posible, mil gracias por tú apoyo incondicional!!

Besos!!

Martha dijo...

Hola!!

Gloria gracias por tu linda amistad, y por estar con nosotros me alegra mucho que te guste!!!

Igualmente te dejo un besote enorme!!

Muackss