"Los hijos son como viajes al interior de una misma en los cuales el cuerpo, la mente y el alma cambian de dirección, se vuelven hacia el centro mismo de la existencia"
Isabel Allende



16.12.08

Carta de un hijo a sus padres

Culturalmente algunos padres se han acostumbrado en la Navidad a regalarle a sus hijos todas aquellas novedades que ofrece la publicidad, sin darse cuenta que estan cayendo en el consumismo y entregando a sus niños cosas que tal vez los estan alejando de ellos mismos y cada vez los convierten en seres solitarios dependientes de la tecnología, es el momento para reflexionar y pensar que clase de valores queremos inculcar en nuestros hijos, las tradiciones hacen parte de la forma como se relaciona una familia, que se heredan o se crean a partir de sus creencias personales y se convierten con el tiempo en tesoros que no valen dinero. Más allá de la buena comida, los regalos y demás cosas lo realmente valioso es festejar que estamos vivos, que estamos bien, y juntos para compartir momentos únicos, maravillosos e inolvidables.
Lo importante es sembrar buenos valores, Amor propio y Respeto por si mismos y por los demas, ya nuestros niños seran los hombres del mañana podran decidir que creer ó que no creer, partiendo en que tienen bases solidas para enfrentar la vida tal y como es... Ya que no podemos ocultar la realidad de la vida a los niños, por el contrario si les permitimos ver cuanta diversidad existe, podran elegir lo mejor. Es precisamente gracias a las tradiciones familiares que los niños crean la sensación de seguridad, puesto que ellas les permiten sentir que forman parte de algo que viene del pasado y que va más allá de lo que pasa en su casa.

La carta dice:

Papitos, desde que abrimos los ojos en este mundo nos hablan, nos cantan y nos cuentan sobre la magia de la Navidad.

Los mayores, nuestros amigos o hermanos, nos comentan de los famosos y esperados regalos navideños, pero lo que nuestros padres no saben es que no siempre queremos regalos materiales; sabemos que algunas veces ellos gastan demasiado dinero para comprarnos juegos de vídeo, televisor para el cuarto, computador portátil, iPod y muchos otros juguetes, que lo único que hacen es alejarnos de la realidad, alejarnos del placer y del conflicto del contacto con los otros, alejarnos de los juegos de mesa, de los paseos al campo, de la bicicleta y, lo peor de todo, alejarnos de nuestra familia, porque cada uno se encierra a ver su programa favorito o a jugar contra la máquina que nos despierta la adrenalina y nos duerme el corazón.

Les voy a explicar cuál es el peligro y el encanto que se convierte en desencanto. Cuando llego a la casa, cansado del colegio, corro a mi cuarto a ver televisión y cuando me dices que haga tareas me da un poco de pereza y digo: “ya voy”, porque cada vez empieza un nuevo programa que quiero ver.

Al llegar la noche, la vuelvo a prender para poder dormir y a veces me despierto y tengo que prenderla sin que ustedes se den cuenta. Pero algo extraño me pasa, al otro día me siento cansado en el colegio, quisiera dormir. También a veces he visto cosas que no entiendo, que me confunden y me entristecen y sé que mis amigos también las ven y jugamos a cosas que después los adultos nos dicen que no son temas de los niños.

¿Y por qué los juegos de vídeo? Pues aunque juego fútbol, béisbol y a las carreras de carros, también tengo juegos en los que para ganar más puntos tengo que matar a los zombis o a los enemigos, y juego con mis amigos a lo mismo, pero terminamos peleando.

Sí, papitos, sí queremos regalos, pero los que no tienen que ser tan costosos, sofisticados y extremos. Queremos un mejor regalo: que nos acompañen en nuestros sueños, en nuestros miedos, en nuestros deseos, queremos que nos pongan límites, que también nos digan que no a algo que queremos por capricho y no por necesidad.

Papitos, todo esto suena extraño pero me forma para la vida, no me deforma. Y creo que ustedes juntos y nosotros, los más pequeños, lo vamos a lograr: ustedes con su ejemplo, valentía y firmeza y yo con mi deseo de aprender y de imitar.

Ayúdenme a controlar mis emociones y mis caprichos; seguramente haré pataleta, lloraré y diré cosas que no siento, pero que les dolerán. No se asusten, así somos los niños; de su fortaleza nosotros aprenderemos a ser grandes, muy grandes y poderosos de corazón y de razón.


Feliz Navidad, papitos, Los quiero mucho.


Por: Isabel Cristina Bettín Vallejo
Sicóloga

Sitio oficial Aquí

4 comentarios:

Vane dijo...

muy bueno, para reflexionar...

besitos

Carito dijo...

Palabras muy ciertas que debemos aprender a poner en práctica, por el bien de nuestros niños.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Cierto...aunque a veces pienso que en el ritmo alocado que vivimos no hay simplemente tiempo para las cosas importantes...No lo hay! Y es mucho más fácil comprar, gastar, y poner COSAS allí donde tendría que haber PERSONAS!
Un abrazote Martha, querida queridísima!
FELIZ NAVIDAD PARA USTEDES!
Lau, Layla y David (MI David, jej)

Fabiana dijo...

Martha; pasaba a saludarte y desearte muy "FELIZ NAVIDAD"
Con mucho cariño te deseo lo mejor!!


Besos!!