“¿Saben que necesitan los niños? Simplemente adultos capaces de interrogarse, de cuestionarse, de revisar las propias historias. Padres que tengamos las ganas de explicar con palabras simples eso que nos pasa y también deseosos de entender aquello que le sucede a los niños. Si pudiéramos hacerlo, sería simplemente un tesoro para la infancia de nuestros hijos”
“Es así: cuanto más Acceso tengamos los primeros años al cuerpo de nuestra madre, más rápidamente adquiriremos autonomía que estará basada en la seguridad interior”
“Y sin embargo, ¿por qué rechazamos los adultos a los chicos? ¿Por qué nos molesta tanto tenerlos aupa? La única respuesta lógica es que posiblemente nosotros no tuvimos esa suerte durante la infancia. Parece que el contacto físico, el buen trato y las caricias nos resulten un lugar desconocido”
“Estamos viviendo tiempos difíciles. LA MATERNIDAD PERDIÓ VALOR SOCIAL y eso significa que las mujeres nos sentimos bastante mejor en nuestro lugar de trabajo, de estudio, en el lugar de circulación pública, y por tanto, nos sentimos bastante peor si nos quedamos solas, aisladas, con los niños pequeños en casa. Este aislamiento y esta falta de valor social posiblemente sea el MAYOR DEPREDADOR EN EL VÍNCULO MADRE-NIÑO PEQUEÑO”
“Pongámonos la mano en el corazón, registremos nuestros dolores pero no traslademos toda esa rabia sobre nuestros hijos porque ellos no tienen nada que ver. Al contrario, NUESTROS HIJOS PUEDEN ENSEÑARNOS HOY lo que no tuvimos la ocasión de aprender en el pasado”
Por: Laura Gutman
Les comparto esta bella reflexión: El valor de las pequeñas cosas
cómo todo se comunica contigo.
Con cada indelicadeza, asesino un poco a los que me aman.
Con cada desatención, no soy educado.
Con cada mirada despreciativa, alguien queda lastimado.
Con cada gesto de impaciencia doy una bofetada invisible a los que viven conmigo.
Con cada perdón que niego va una parte de mí egoísmo.
Con cada resentimiento revelo mi amor propio herido.
Con cada palabra áspera que pronuncio pierdo unos grados en el cielo.
Con cada omisión rasgo una hoja del Evangelio.
Con cada limosna que niego, un pobre se va más triste.
Con cada oración que no rezo pierdo un sin fin de gracias.
Con cada juicio temerario, se revela mí lado mezquino.
Con cada llanto que enjugo hago que alguien sea más feliz.
Con cada acto de fé canto un himno a la vida.
Con cada sonrisa planto una esperanza.
Con cada espina que clavo hiero algún corazón.
Con cada espina que arranco, alguien bendecirá mí mano.
Con cada rosa que ofrezco, los ángeles dicen: Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario