La comunicación entre padres e hijos genera un vínculo lleno de confianza y mutua gratificación. La comunicación creativa propone aprender día a día, ”sin prisa pero sin pausa” a escuchar a nuestros hijos con la mente, el alma y el corazón, es decir: con todo nuestro ser. Sobretodo cuando, sin pensarlo, descubrimos que en una frase, una palabra, un gesto o una reacción espontánea nuestros hijos se están expresando auténticamente. Este es el regalo, la mayor recompensa para una mamá y un papá creativo: ver más allá, tener la capacidad de percibir las pequeñas muestras de afecto sincero y cálido de su hijo y por supuesto, DISFRUTARLAS!
Muchas veces, los papás sienten que nadie los preparó para ejercer una maternidad o paternidad saludable y reconfortante. La crianza es la más difícil pero maravillosa experiencia de crecimiento para una persona. Creo que un aspecto importante es poner el foco en nosotros mismos: si somos padres amorosos, seremos mejores personas. Todo dependerá de cuan abiertos y sensibles estemos al amor de nuestros hijos. La educación emocional es quizás la más importante en la vida de un ser humano… ¿Por qué? Porque nos permite reconocer los momentos de felicidad que brinda la vida, esos instantes que, en retrospectiva, forman parte de nuestros recuerdos más trascendentales, aquellos que atesoramos para siempre.
Pero el afecto necesita mensajeros: muestras reales y concretas que me dicen que soy amado como ser humano. Una excelente forma de expresar amor es respetando las palabras de tu hijo, su punto de vista, su mirada única sobre el mundo.
Me gustaría compartir una frase que resume cabalmente el consejito que deseo brindarte: “Hijo, respeto tu punto de vista, pero no lo comparto”. Es decir: el respeto por la opinión de los otros es esencial. Este respeto abre las puertas a la expresión, libera, suma, invita. Por otro lado, es muy probable que en muchas oportunidades no compartas el punto de vista de tu hijo. Es lógico y natural y hasta incluso esperable, pero lo importante es que él comprenda que se respetan, escuchan y meditan sobre sus palabras. Esto le brindará mejores condiciones en su formación, convirtiéndolo en una persona más tolerante.
Tus palabras, mis palabras… ellas nos conectan, nos unen, impactan en nuestra vida. Te escucho, te presto atención, reflexiono sobre lo que me contaste…. la increíble experiencia de ser escuchado y escuchar.
Por: Lic. María Soledad García
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